"En mi niñez el hambre era una vocecita
Que robaba el pan de mis compañeros de curso
Un sentimiento que me empujaba a compartir
Dos de las cuatro galletitas que me daban en el colegio
Los perros del fundo compartieron conmigo su comida:
Unos pellet con forma de huesitos
Que mi abuela sazonó con grasa y sal,
una exquisitez que me prohibieron divulgar
Como las sopaipillas de afrecho
Fritas con agua de pozo.
Casi me convencen de que el hambre
Era un regalo de dios que había que padecer
Con entusiasmo para ganarse el cielo
La conciencia me la despertó el hambre de otros
Recibí una orden de llanto de esa viejita
Saliendo del negocio del gringo
Con una bolsa vacía
Y me enrolé en esta guerrilla
Del pensamiento incorregible
Para alimentar las armas
Con frases toscas y canciones sin rimas.
Quise ser cómplice de la historia,
Armero de la política directa
Para tumbar esa hambre que casi me mata
El hambre es un deber a la inversa
El hambre es una desgracia imperdobnable
Que hoy ocupo como un fusil
en esta guerra fabricada por la Ley
Y sostenida por la religión"
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