Por Roxana Miranda Rupailaf
Osorno 23 de Junio del 2009
El primer alumbramiento de “Walinto” (2001) de Graciela Huinao, no sólo constituye un momento crucial en la poesía femenina huilliche-mapuche, es además, un momento clave en la recomposición de la memoria ancestral de nuestros territorios; y subrayo nuestros, pues tenemos el agrado de que ser ambas del Chaurakawin. Por lo mismo, mi lectura no es estrictamente literaria, destaco y sumo en Huinao, la experiencia y la recopilación de relatos testimoniales.
La presente edición de “Walinto” (2009), es una edición trilingüe: español, mapudungun, inglés. Que, además, rescata la orfebrería mapuche a través de un registro fotográfico que acompaña a los textos.
El país de la infancia al que alude en el poemario Graciela Huinao, es un país cargado de memoria. Una memoria construida a partir de la experiencia que la autora ha tenido y tiene con nuestras comunidades huilliche, con su familia heredera de una sabiduría que se basa en la íntima relación con la naturaleza y la religiosidad. La poeta nos dice “ para poner tranca a la miseria/ cada cierto tiempo/ los williche de la costa/ desclavan de sus ruka las penas” (23)
La poesía de Graciela Huinao tiene como soporte escritural la historia de su vida y la de sus ancestros. Es consciente de esta responsabilidad en su escritura al asumir los relatos locales en voz propia y al volverse partícipe de una poesía que no sólo explora su belleza lírica; si no que se hace parte de denuncias políticas. Ejemplo de esto son los versos:” Nunca fuimos/ el pueblo señalado/ pero nos matan/ en señal de la cruz”(11) ó “Abuelo, hoy sé /nunca fuiste Williche/ tu origen Chono o Kawaskar/ no subió al bote/el día que robaron tu tierra y tu raíz” (33).
Graciela Huinao en “Walinto” no sólo consigue restaurar su propia historia, la historia de su infancia , de su raíz, si no que, a la vez , nos muestra cómo reconstruir nuestros propios pasados y también nos devela la injusticia, la miseria, a la que sin la existencia de una memoria estaríamos condenados. Cito, “Afino la memoria/ y el recuerdo se ilumina/ A quemarropa/ el invasor la mató en mi pueblo/ pero yo había encontrado una semilla” (29)
La semilla encontrada por Graciela Huinao es la escritura, y esa es una de las armas, de nuestro pueblo en la actualidad. Trabajar la memoria a través del texto, reconstruir el pasado a través del rescate de nuestros diversos relatos orales basados tanto en nuestra cosmovisión como también en nuestra experiencia. Crear a partir de la experiencia conjugando nuestros dilemas actuales con una mirada que evoca el fuego, el campo, la ciudad, el territorio que continúa ardiendo y alumbrándonos el camino desde el pasado.
La experiencia de discriminación sufrida por Graciela Huinao en su infancia la vuelve más fuerte y consciente de su diferencia. Diferencia que distingue en general a la poesía mapuche; y a la poesía de Graciela, de las demás. El valor testimonial, y la función política que cumple actualmente en nuestras comunidades la escritura es una función que no podemos desconocer, y allí radica la riqueza de nuestros poetas, novelistas, historiadores e investigadores, que con una voz propia, han sabido hablar y referirse a su propio pueblo como no lo hizo antes la llamada historia oficial.
Agradecemos entonces a Graciela Huinao el valor que como mujer tuvo en escribir la historia de su familia, de su pueblo. La trayectoria que como escritora y recopiladora de relatos ha dejado de manifiesto en otros libros como “La nieta del Brujo” (2003) y la novela inédita “Desde el fogón de una casa de putas williche”.
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