lunes, 28 de septiembre de 2009



¿Quién te dijo a ti
que te hicieras carabinero,
Juan Antillanca?

Tú que naciste a la orilla del mar
y que jugaste en las playas sin dueño,
que naciste sabiendo
que la vida no necesita ley
porque allí nunca ocurre nada;
a más de una ola y otra ola,
un transitar de espuma,
dos fantasmas de viento
y una gaviota borracha de cielos…

¿Y qué más pasa, Juan Antillanca?

Cuando llegaste de uniforme verde
y te pusiste rígido,
¡parecías un atado de “colloi”!
¡cómo te gozaban los chiquillos,
casi te empelotaron la primera vez!

Tus ojos que eran mansos y risueños,
tuviste que endurecerlos;
y aquel gesto tuyo que era como un amanecer,
lo transformaste en grito duro,
en amenaza negra,
en noche desconfiada…

¿Te acuerdas cómo se las arreglaban
para tener algo de comer
cuando tú eras niño?
¿Y ahora, Juan, tú andas buscando
a los que roban ovejas
porque tienen hambre
y no tiene trabajo?

¿Cómo murió tu padre, recuerdas?
¿En qué cuartel amaneció muerto?

A ti te han escogido para esto
porque hablas “mapu dugun”
y porque conoces
todos los escondites de la costa.

Te vimos esa tarde cuando llegaste al Mauleo:
tú ibas más asustado que él,
pasaste avergonzado frente a nosotros.

Ese día, Juan, nos dio una pena grande.

Alguien dijo:
- Antillanca se hizo carabinero
para ganarse el pan pescando presos a sus hermanos.

¿Qué gusto tiene ese pan Antillanca?

1 comentario:

Kinturayen dijo...

Qué gran poema que estremece el alma. Que triste es cuando nuestros hermanos han perdido sus verdaderos sueños.(Kinturayen)